Hay un punto anclado en el horizonte. Abre los ojos, evita parpadear, fija la mirada a lo lejos, concéntrate, espera. Eventualmente lo verás.
Tuve un conocido alguna vez, lo llamaremos Thao. Medía menos que yo; tenía el cabello negro y lacio; los dedos muy redondos y las uñas cuadradas; los ojos rasgados; la nariz pequeña y la sonrisa siempre visible. En la historia de mi vida su nombre está ubicado dentro de una lista titulada: Personas que me ayudaron a entender el mundo.
Coincidimos en el espacio y el tiempo por un periodo corto. Fueron meses, diré que nueve. Nos veíamos siempre de día, éramos compañeros de trabajo. El idioma que utilizábamos para interactuar era el inglés. Un inglés básico de supervivencia en un mundo globalizado: hi, thank you, yes, you're welcome, oooh amazing!, beer, no...
Su presencia tranquila, al cabo de unos meses, comenzó a ser indispensable para mí. Jamás hubo deseo entre nosotros, hubo algo más abstracto para lo que quizá todavía no hay una palabra. Hubo reconocimiento y sintonía, como si a pesar de las inmensas diferencias que nos alejaban algo más esencial nos uniera.
El trabajo de Thao, al igual que el mío, era demandante a nivel físico. Teníamos que estar de pie durante muchas horas y estar siempre sonrientes para tener a los clientes contentos. Yo salía de ahí exhausta, él salía de ahí a trabajar otro turno en otro sitio.
Cuando nos cruzábamos, el diálogo iba así:
—Hi Thao! How are you
—Happy!
Al principio me parecía una respuesta infantil, sarcástica incluso. Luego, conforme la vida fue sucediendo, me comenzó a parecer una respuesta valiente, inalcanzable para la mayoría de personas que me rodeaban. Sé que Thao tal vez la empleaba porque le faltaba lenguaje para expresar la complejidad de su estado real; pero era difícil no creerle porque no solo decía "happy" con la voz, lo hacía también con los ojos y el cuerpo. Lo hacía de una forma que contagiaba al resto.
A Thao lo conocí en una época en la que el mundo me parecía injusto. Estaba cansada y me sentía incomprendida. El concepto de soledad acababa de entrar en mi vida. Cuando decidió irse del trabajo, me dijo: I'm leaving, need more money for family. Y el corazón se me hizo un poco añicos. Le di un abrazo largo y cuando nos separamos, me miro a los ojos y dijo: Hey, smile!! En sus ojos había esa luz que hubo siempre, como si comprendiera algo a lo que los demás no tenemos acceso.
Ayer descubrí que la nostalgia es una emoción a la que una puede acceder solamente después de haber vivido un cierto número de cosas. Hace sentido: la añoranza debe de tener suficientes experiencias para poder entrar en acción. Es una imagen fascinante.
Desde que descubrí la madurez que requiere la nostalgia tengo el recuerdo de Thao deambulando cerca de mí. Se me apareció su sonrisa esta mañana al cocinar y su abrazo ayer antes de dormir. Quizá los recuerdos nos visitan cuando los necesitamos. Tecleo esto y lo escucho:
—Hi Thao! How are you?
—Happy!
La nostalgia, si lo piensas, es un oxímoron.
Leo esta pieza en un Uber mientras llovía y no pude evitar llorar
¡Acabo de encontrar tus textos! me encanta como escribes 🫂💗